LOS GARITOS GAYS YA NO SON LO QUE ERAN

24 Julio 2009

Llevaba toda la semana dándole vueltas: «me conecto o no me conecto?». Tenía muchísimas ganas de hablar con mi «amigo online», pero no sabía que decirle. Me sentía bastante culpable de mi desaparición y mis silencios y no encontraba ninguna excusa lo suficientemente aceptable como para justificarme. Asi que decidí que lo mejor era ser sincera, pedir disculpas por haber desaparecido y cruzar los dedos para que esta relación pudiera volver a ser como antes, (o lo más parecida posible)

Estaba ya escribiendo mi contraseña en el skype cuando me llamó mi amigo Juan:

-«Lola, Lolita, Lola… ¿como estas cariño?»

-«Juanito! Muy bien amor, ¿y tu como estás?»

-«Pues hija, después de mi última relación desastrosa estoy deseando salir, y te necesito, tienes plan hoy?»

-«No, no tengo plan… ¿Me necesitas?»

-«Ay Lola si, te necesito para pillar!»

-«No me asustes…. ¿¿Te has liado ya con todos los hombres de la ciudad y ahora vas a empezar con las mujeres??»

Juan se rió al otro lado del teléfono.

– «Ay Lola no… es que los garitos gays ya no son lo que eran, ahora está lleno de heteros! Venga, quedamos y luego te cuento mi plan.»

La verdad es que la posibilidad de retrasar la conexión al chat hasta mañana me vino de perlas. Y además me apetecía mucho ver a Juan. Y arreglarme para salir.

Quedar con Juan es la ocasión perfecta para disfrazarse de egoblogger. A Juan le encanta la moda, y no sólo es su pasión sino también es su profesión. Así que rebusqué en el armario para vestirme con toda aquella ropa que a nosotras nos encanta pero que una cita hetero no entendería jamás. Llamé al taxi y salí de casa dispuesta a pasarlo bien aquella noche.

Cuarenta y cinco minutos más tarde apareció Juan (como de costumbre):

-«Lola!!!!!» – me dió un abrazo y luego me cogió la mano, levantando mi brazo por encima de mi cabeza – «Da una vuelta que te vea… ¡Estas divina!»

Yo me reí divertida mientras giraba. Cuando se acabó mi vuelta él comenzó la suya para enseñarme lo que llevaba: Camisa blanca con una corbata fina y bermudas de vestir con cinturón.

-«¡Tu tambien estás divino!… Por cierto, tienes que contarme tu plan.»

Juan me agarró del brazo y comenzamos a andar hacia el garito, cogidos como dos señoras mayores.

-«Mira Lola… últimamente en los garitos gays hay un montón de heteros… y sabes por que?» – Yo negué con la cabeza – «¡Porque los gays salen de marcha con amigas!… Asi que he pensado un plan ideal para distinguir si los chicos a los que les entroe son heteros o no: Nos ponemos de acuerdo en cuales nos gustan, yo me acerco a ellos y les digo lo de te voy a presentar a una amiga… Si son heteros, para ti.. pero si me dicen que no quieren conocerte, porque no les van las chicas.. pues para mi! ¿A que es perfecto???»

Me reí. Realmente me parecía un plan perfecto, y me iba a venir muy bien para distraerme y quitarme de la cabeza al «chico malo»

.

Un par de horas más tarde, y tres gin tonics después a mi se me acumulaban los candidatos. No había ni cruzado un par de palabras con uno cuando Juan se acercaba a presentarme al siguiente. Hubo un momento en el que me sentí como en una rueda de prensa, ya que estaba hablando con tres chicos a la vez mientras por el rabillo del ojo veía a Juan desesperado por encontrar alguien para él. Realmente me di cuenta de que estaba en lo cierto, y no había un solo gay en el pub. Así que me excuse con los chicos y me acerqué a Juan:

-«Venga Juan, que te invito a otra copa…»

Nos acercamos a la barra y nos atendió un camarero que estaba buenísimo. Sonrió a Juan y éste le devolvió la sonrisa.

-«Pues si, tienes razón… los garitos gays están llenos de heteros» – le dije, subiéndome al taburete.

El camarero se rió y Juan le miró sonriéndole

-«Si, chica, si… Yo trabajo aquí y ya no ligo nada» – Me contestó el camarero, pero mirando a Juan.

Ellos empezaron a hablar y yo me giré a buscar a mi «grupito de admiradores heteros» pero ya no estaban. Seguramente estarían tirándole los trastos a otras amigas de gays. Juan y el camarero estaban riéndose muy animados, por lo que decidí que era el mejor momento para irme. Me despedí de Juan.

-«¿¿Lola, ya te vas???» – A pesar de su frase, me miró con unos ojos que decían Por favor, dime que si, que este camarero está muy bueno.

-«Si, si, me voy ya, estoy cansada. Te llamo mañana amor. Pásalo muy bien» – Le di un abrazo y un beso en la mejilla y le guiñé un ojo.

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Había sido una noche divertida al fin y al cabo. Incluso me alegraba de volver a casa sola. Me asusté un poco al pensar que quizá hasta estaba madurando…

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